Si llevas tiempo en el mundo startup, ya sabes que el camino está más cerca del barro que de la alfombra roja. Y si estás empezando, mejor que lo sepas cuanto antes: vas a equivocarte. Varias veces. En cosas pequeñas y en otras que duelen. Pero aquí va una verdad que he vivido en carne propia: los errores bien digeridos valen más que muchos éxitos casuales.
El error no es el enemigo, es el maestro
He estado en más de 25 startups y no todas salieron bien. Algunas se estrellaron fuerte. Pero si algo tengo claro es que cada cicatriz me enseñó algo que un MBA no podría. Porque cuando pierdes tiempo, dinero o confianza del equipo, aprendes a escuchar antes de actuar, a validar antes de lanzar y a ser brutalmente honesto contigo mismo.
5 errores que dejan marca… y enseñan de verdad
- Enamorarse de la idea y no del problema
Lanzamos un producto que a nosotros nos parecía brillante. ¿El problema? Nadie lo necesitaba. Aprendí que la pasión ciega, y que el mercado no te va a querer solo porque tú lo hagas. - Escalar antes de tiempo
Contratamos rápido, metimos pasta en marketing… y no teníamos Product-Market Fit. Resultado: crecimiento artificial y muchos fuegos que apagar. Lección: primero encaja, luego escala. - Ignorar las señales del equipo
Un founder agotado, un CTO quemado, discusiones que se repiten. Lo vimos venir, pero no actuamos a tiempo. El equipo se rompió. Desde entonces, pongo la cultura y la comunicación por delante del roadmap. - Depender demasiado de un solo canal
Tuvimos una etapa dorada gracias a Facebook Ads… hasta que cambió el algoritmo. Perdimos tracción de la noche a la mañana. Ahora siempre diversifico desde el día uno. - Mentores tóxicos o demasiado presentes
Un mentor no es un jefe disfrazado. En una startup, el acompañamiento debe sumar, no imponer. Aprendí a decir “gracias, pero no” y a rodearme de quien reta sin aplastar.
Equivocarse no es gratis… pero vale la pena
Cada error cuesta: tiempo, dinero, confianza. Pero si sabes parar, analizar y ajustar, el retorno es brutal. Porque no hay mejor manera de aprender a construir algo sólido que habiéndolo visto romperse.
Las cicatrices no son medallas… pero sí mapas. Marcan el terreno que ya recorriste, los peligros que supiste sortear (o no) y las lecciones que ahora puedes compartir. Y si algo he aprendido como mentor e inversor es que los equipos que han tropezado —y se han levantado— son los que de verdad me interesa acompañar.
¿Te has equivocado con tu startup? Bien. ¿Y ahora qué?
No te castiges. Reflexiona. Comparte. Mejora. Porque si conviertes ese error en aprendizaje, ya no fue un fallo: fue inversión.